lunes, 27 de agosto de 2018

¿En que fallamos? No enseñamos a pensar.

Resultado de imagen para ignorancia

Los resultados de la CONSULTA ANTICORRUPCIÓN no me extrañan en un país donde El Gran Colombiano es un culebrero, el Gran Poeta Urbano es Maluma, donde la noticia es ver a Epa Colombia bañándose en la fuente del museo de Louvre, donde el Presidente del Congreso estudió en la universidad sin ser bachiller, donde el Fiscal anuncia los casos de corrupción después de que gana el corrupto, donde el Contralor agradece públicamente a los ladrones que debe cuidar, donde, donde.... Por el contrario los resultados son muy buenos, sin ser los mejores ya que aún estamos lejos de ser un país de verdad.

Aunque muchos dicen que es un triunfo los más de 11 millones de votos, la verdad es que siempre ha sido una derrota, no es la primera vez que tenemos la opción de cambiar el rumbo y siempre fallamos, no en vano somos seguidores de una selección que "juega como nunca y pierde como siempre".

¿Donde fallamos?, fallamos en creer que la solución es ahora cuando debe ser siempre, hemos perdido la paciencia, por eso pulula el narcotráfico y la corrupción, porque queremos todo fácil y ya, a esto le sumamos el daño irremediable que el Uribismo ha causado en una generación y posiblemente en 2 más.

El problema está en nuestras aulas, no enseñamos a pensar, el maestro dejó de inspirar, dejó de creer en él mismo, muchos incluso están por accidente allí, por fortuna muchos han convertido ese accidente en un apostolado o de lo contrario no existirían esos 11 millones que aún piensan diferente.

No todo está perdido, eso lo vimos ayer, pero no haremos nada si no tenemos la paciencia de comenzar a sembrar conciencias desde ahora y eso se hace desde las aulas de clase a todos los niveles.

Hace unos meses un docente me decía que faltaba la cátedra de ciudadanía, no, lo que falta son docentes que quieran enseñarla, no se requiere que esté en el pensum, debe ser parte del compromiso del docente; si cada docente sacrificara 30 minutos mensuales de su cátedra para dedicarla a reflexionar con sus pupilos, tendríamos en el semestre horas de análisis que luego se reflejarán en la cotidianidad.

Este debe ser un compromiso a todos los niveles, desde el preescolar hasta el posgrado, debe ser un ejercicio que llegue a la casa de nuestros estudiantes, deberíamos dejar tareas sobre ciudadanía, así como algunos docentes dejan tareas para que las mamás las hagan, deberían de aprovechar esta circunstancia para que todos nos educáramos.

Las redes sociales son también otro medio de educación, fallamos cuando dejamos que la estupidez sea más importante que las ideas, fallamos cuando dejamos el arte y la política en manos de bandidos.

Muchos le apostarán con estos votos a las elecciones locales, eso no funciona así, este es un país que nombra al bandido porque el intelectual prefiere la seguridad de su pensamiento ante las aguas turbias de la ignorancia colectiva.

El día en que los docentes aportemos de verdad, ese día podemos apostarle al cambio, antes solo será un desgaste e ilusión de un día.

Fabio Alberto González Salgado

martes, 14 de agosto de 2018

Farmacia y Comunidad

Hace 20 años cuando organizaba mi trabajo de grado sobre Marketing y Merchandising para Droguería y obtener mi título como Regente de Farmacia de la UNAD, descubrí que la Farmacia era más que la venta de productos, es un servicio social que parte de una necesidad personal y que termina involucrando a la sociedad. Sobre este tema ya había escrito José Rubio Gálvez en su libro "Manual de la Nueva Farmacia"[1] de quien terminé siendo amigo y depositario de su trabajo.


A partir de este proyecto construí mi Droguería con el nombre de “FARMACIA REGENTE”, lugar que además de servir a la comunidad fue también sitio de práctica de estudiantes UNAD, que se reconoció en un documental del programa “CON OLOR A REGIÓN”[2] en 2005 y que me ha llevado a compartir reflexiones sobre el modelo en varios países Latinoamericanos. Este modelo se basa en el servicio a la comunidad utilizando la cercanía del droguista como integrador y agente sanitario más cercano y disponible, esa interacción la llamo “terapia de bata blanca”.

Al proyecto le falta estructurarlo más allá de la asistencia sanitaria, es utilizar la influencia que tiene el droguista sobre su comunidad para ayudar a construir espacios cada vez más saludables, no solo por ausencia de enfermedad si no principalmente por que aporte para el crecimiento desde lo colectivo, estoy me llevó a inscribirme en el naciente programa de sociología, comprender sobre los fenómenos sociales y contribuir a un bienestar de los entornos donde la droguería desarrolla sus actividades.

La Farmacia como establecimiento sanitario y el Droguista como miembro de la sociedad pueden llegar a ser un elemento importante en la reconstrucción del tejido social en el posconflicto, su condición de cercanía, oportunidad, disponibilidad y sobre todo familiaridad, los ubica en una posición importante para aportar al nuevo país. En eso consiste el proyecto denominado Farmacia y Comunidad que integra dos profesiones al parecer diferentes, pero en la práctica complementarias.

Les comparto uno de los vídeos que elaboramos para los colegas periódicamente y en donde reflexionamos sobre estos aspectos







[1] Rubio Gálvez, José. Manual de la Nueva Farmacia. Editorial DIAZ DE SANTOS, Madrid, 1999.
[2] “FARMACIA REGENTE, la evolución de la droguería hacia un verdadero servicio social”, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=vh1z9h1Bohk&t=137s